Este es el blog oficial de la Teteada Masiva organizada en Buenos Aires por mamás autoconvocadas, con motivo de celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2013. Encontrarás fotos de la Teteada e información útil sobre lactancia.

sábado, 3 de agosto de 2013

Teteada en Buenos Aires

¡Hoy es la Gran Teteada Masiva! Festejemos la Semana Mundial de la Lactancia 2013! Estaremos repartiendo volantes con información, charlando con madres sobre la experiencia de amamantar, respondiendo preguntas y muchas más actividades. Tenemos una bandera muy especial para que las mamás escriban.

Luego subiremos fotos y videos de la teteada!!!

Para ver el evento en Facebook pueden dirigirse a esta dirección web:
 https://www.facebook.com/events/1391958031023503/?fref=ts

Amigos que organizan teteadas masivas acompañando!
San Justo (Buenos Aires):

https://www.facebook.com/events/612990838723208/?ref=3
Rosario: !https://www.facebook.com/events/196537290508892/?ref=3
Entre Rios: https://www.facebook.com/events/210836035707036/
Santa Fe: https://www.facebook.com/events/219331941550059/?ref=ts&fref=ts
Bariloche: https://www.facebook.com/events/341878422611429/?ref=3


La primera semana de Agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna. El año pasado, en Venezuela, vivieron una experiencia única y maravillosa al reunir a mas de 100 madres amamantando juntas a sus hijos y comunicando a otras madres que DAR TETA ES UN REGALO DE VIDA... Este año, madres autoconvocadas, tenemos la intención de reunirnos a querer compartir esta experiencia aquí en Argentina .
Se convoca a madres que amamantan, a madres que apoyan la lactancia, como también a hermanitos, maridos, e
tc.
Pueden llevar equipo de mate y algo para compartir luego. Se agradece difusión.





Mitos más comunes. La verdad de la.. teta!


Algunas madres no tienen dudas ni problemas a lo largo del amamantamiento de sus hijos. Pero muchas otras sí, y muchas veces creadas por los mitos más comunes. ¿O nunca escuchaste algo como "Tu leche es muy aguada", "Llora porque tiene hambre", "No tengo suficiente leche"? Te compartimos la genial recopilación de la página de facebook Duérmete Hannibal en donde todos estos mitos son derribados, explicando por qué. Es importante contar con esta información, porque muchas de estas frases han puesto en duda a las madres, haciéndolas pensar que no podían darle lo mejor a sus bebés.

MITO 1:  "HAY MADRES QUE NO PRODUCEN SUFICIENTE LECHE"
REALIDAD: Es prácticamente imposible que una madre no tenga la capacidad de producir leche. El bebé, al igual que cualquier cría mamífera controla la cantidad de leche que debe producir su madre. En nuestra especie hay que respetar la demanda del bebé, es decir, dejarlo que tome todas las veces que el bebé lo necesite, asegurando una correcta prendida al pecho. Hay que tener especial cuidado los primeros días, ya que puede ocurrir que los recién nacidos no despierten tan a menudo como lo necesitan, por lo que hay que despertarlos para que por lo menos mamen ocho a doce veces en 24 horas. Finalmente se concluye que un bebé que succiona correctamente del pecho, respetando su demanda (que no debe ser inferior a ocho o doce veces en 24 hs.) y sin interrumpir la mamada, es capaz de controlar la producción láctea.
MITO 2:  "SE DEBE AMAMANTAR CADA 2-3 HORAS QUINCE MINUTOS DE CADA LADO, ORGANIZANDO LA CONDUCTA DEL BEBÉ Y DEJANDO ESE TIEMPO PARA QUE SE LLENEN LOS PECHOS"
 REALIDAD: Este concepto fue difundido durante mucho tiempo (por lo que se sigue difundiendo aún hoy), sin embargo las investigaciones científicas han demostrado que la lactancia restringida a horario, está asociada al fracaso de la lactancia en un alto número de casos por no respetar las necesidades biológicas de los bebés. Es un concepto ANTIGUO que debiera ser desterrado. La lactancia es perfectamente controlada por las necesidades del bebé quién sabe cuando quiere y necesita mamar. Si bien algunos siguen un horario bastante fijo, otros son más impredecibles y no piden a ritmo fijo, pero todos lo hacen bien. El reloj apareció muchísimos años después que la humanidad amamantara. También es el niño quien suelta el pecho o se queda dormido cuando está satisfecho. Por último las glándulas mamarias femeninas NO SON reservorios de leche que el niño deba vaciar en las tomas; sólo son capaces de acumular un poco de leche, pero la mayor cantidad de lo que el niño consume se produce en el momento mismo de la mamada, mientras succiona.

MITO 3: "ESTÁ USANDO EL PECHO DE CHUPETE Y ESO NO ESTÁ BIEN."

 REALIDAD: Los patrones de succión del niño varían de acuerdo con sus necesidades. De este modo el niño muestra una succión nutritiva y otra de consuelo (que es la que no está bien vista equivocadamente). Esto es por que el niño encuentra en el pecho no sólo el alimento que necesita, sino también el contacto y consuelo que es tan importante como el alimento mismo. Si el niño se siente solo, con miedo o si simplemente necesita el cariño de su madre seguramente pida nuevamente el pecho aunque hayan pasados pocos minutos de la última toma. Concluimos entonces que el pecho es fuente de alimentación y consuelo, iguales de importantes para el desarrollo del niño.

MITO 4: "LA MADRE QUE AMAMANTA DEBE TENER UNA DIETA ESPECIAL Y RESTRINGIR CIERTOS ALIMENTOS PARA EVITAR GASES Y CÓLICOS EN LOS NIÑOS"

 REALIDAD: Es muy frecuente escuchar que la madre que amamanta no debe tomar gaseosas o ciertos alimentos que puedan cambiar el sabor de la leche, como ajo, coles, cebollas, que además pueden ser la causa de gases en los bebés. El único alimento que se relaciona con cólicos es la leche de vaca consumida por la madre (en algunos casos), el resto de los alimentos pueden ser ingeridos, y si bien es una realidad que la leche cambia de sabor y color por la dieta de la madre, eso no significa que el bebé no lo acepte. El bebé amamantado se habitúa a alimentarse con una leche que tiene distintos sabores, y esto tiene un importante sentido, ya que lo va entrenando para lo que será su comida cuando sea más grande. Sí es conveniente que la madre limite el consumo de café, bebidas colas, té, mate y chocolates que pueden provocar irritabilidad y llanto en los bebés.

MITO 5: "HAY MUJERES QUE TIENEN LA LECHE AGUADA Y NO ES BUENA PARA EL BEBÉ, PORQUE NO LO LLENA"

REALIDAD: Al comienzo de la mamada TODAS las mujeres tienen la leche con un color blancuzco transparente, eso es lo normal. Sin embargo, al final de la mamada podrán ver que es más blanca y cremosa. Ese es el color normal de la leche humana y es excelente para los bebés ya que tiene todo lo que necesitan en su justa proporción. Cada especie mamífera tiene sus propias características, por ejemplo, la leche del canguro es rosada, la de la foca amarilla y la de la vaca es blanca (no comparar con la leche que estamos acostumbrados a ver en la heladera que es de vaca!). Cada leche está diseñada para la propia cría mamífera y sus necesidades.


 MITO 6: "LOS PEZONES ADOLORIDOS Y GRIETAS DEL PEZÓN OCURREN EN MUJERES CON PIELES DELICADAS, EN QUIENES NO PREPARARON SUS PEZONES Y EN AQUELLAS MADRES QUE TIENEN ELBEBÉ EN EL PECHO POR PERÍODOS PROLONGADOS"
 REALIDAD: Está demostrado que nada de todo esto tiene un asidero científico. La incidencia de pezones adoloridos, como así también de grietas del pezón tienen la misma incidencia en las mujeres con distintos tipos de pieles, como también en aquellas que preparaban sus pezones de las que no lo hacían. Tampoco los períodos prolongados que el bebé pasa en el pecho es la causa. Lo que se sabe que SI provoca dolor y grietas es la mala colocación del niño al pecho, asociado a una mala prendida del bebé. Es entonces muy importante una correcta colocación desde el principio. Existen además causas infecciosas y vasculares que también causan dolor de pezones y que debe ser evaluada por el médico.

MITO 7: "EL NIÑO DEBE VACIAR LOS DOS PECHOS EN CADA MAMADA"

 REALIDAD: Es mejor que el niño termine de tomar del primer pecho antes de ofrecer el segundo, aunque esto signifique que rechace el segundo lado durante esa toma. La leche del final de la toma es rica en grasas (aportando mayor cantidad de calorías) y ésta se obtiene gradualmente a medida que el niño va vaciando el pecho. Algunos niños si se los cambia en forma prematura, se llenarán con la primera leche, y no obtendrán el equilibrio natural entre la primera y la leche final. Como resultado el niño consumirá menos calorías, se mostrará insatisfecho, y puede ser una de las causas de no progresión de peso las primeras semanas. Además pueden presentar cólicos, deposiciones explosivas líquidas (por la gran cantidad de lactosa que toman por el cambio prematuro) y mostrarse irritable.

MITO 8: "SI YA INCORPORASTE COMPLEMENTO PERDERÁS LA LACTANCIA"

 REALIDAD: Existen diferentes situaciones que llevan a la madre a complementar con fórmula a sus bebés, pero es posible revertir la situación y volver a la lactancia materna exclusiva si la madre así lo desea. Hay muchos recursos para volver a amamantar exclusivamente al bebé.









MITO 9: "LOS BEBÉS AMAMANTADOS NO DUERMEN BIEN DURANTE LAS NOCHES"


 REALIDAD: Que los bebés duerman solos y toda la noche es una pretensión culturalmente aceptada, que en realidad difiere de las necesidades nutricionales y psicológicas de los niños. Los bebés crecen a un ritmo acelerado y en la mayoría de ellos el 25% de la leche la consumen durante la noche. Por otro lado al ser inmaduros tienen un sueño superficial, que es un mecanismo protector del sueño de los niños. En la naturaleza todo tiene un sentido, y eso es lo mejor para los niños. A medida que el bebé crece, se irá adaptando a la vida y no necesitará despertarse tan a menudo. De todas formas, el bebé puede dormir cerca de su madre, así en el caso que despierte su hijo, lo puede colocar junto a ella y darle de mamar acostada y volver a dormir una vez que el niño haya terminado.

MITO 10: "DESPUÉS DEL AÑO LA LECHE NO ES TAN BUEN ALIMENTO"
REALIDAD: La composición de la leche materna cambia de acuerdo con las necesidades del niño, a medida que el niño madura. Pero la leche materna debiera seguir siendo su fuente primordial de alimentación durante los dos primeros años, a pesar de que a partir de los seis meses sea complementada con alimentos. Si bien el niño al año recibe otros alimentos, la leche le aporta nutrientes esenciales para el desarrollo del cerebro, y defensas inmunológicas, ya que el niño tarda entre dos a seis años en madurar su propio sistema inmunológico. Se concluye entonces que después del primer año no sólo que es excelente, sino que además es irreemplazable, ya que no hay otro alimento que le aporte lo que tiene la leche humana.

MITO 11: "LA BAJA PRODUCCIÓN LÁCTEA SE HEREDA"
 REALIDAD: La producción de leche no tiene nada que ver con la suerte o la herencia, sino que tiene que ver con la frecuencia que se coloca a mamar al niño, prendido eficientemente. Pero sí es importante reconocer que el hecho de que en el entorno de una pareja lactante haya otra madre que no haya vivido una buena experiencia, puede influir con comentarios poco felices en la nueva madre, disminuyendo su confianza. Esto no ocurrirá si está bien informada.






MITO 12: "PARA PRODUCIR LECHE HAY QUE CONSUMIR LECHE"

REALIDAD: Es muy frecuente escuchar que la madre lactante debe aumentar el consumo de leche para hacer frente a la demanda de calcio aumentada por la lactancia. Sin embargo una dieta rica saludable de verduras, frutas, cereales y proteínas es todo lo que una madre necesita para nutrirse y producir leche. Es conveniente no aumentar el consumo de lácteos de lo que habitualmente consumía la madre, porque esto está relacionado a alergias en el bebé (por proteínas de la leche de vaca que pasan a la leche materna). El calcio se puede obtener de una gran variedad de fuentes no relacionadas con los lácteos, como las verduras verdes, semillas, frutos secos y pescados como la sardina y el salmón. Por último ningún otro mamífero toma leche para producir leche.

MITO 13: "ALGUNOS NIÑOS SON ALÉRGICOS A LA LECHE MATERNA"

REALIDAD: La leche materna es la sustancia más natural y fisiológica que el niño pueda ingerir. Si el bebé muestra signos de sensibilidad relacionadas con la alimentación, en general se debe a alguna proteína ajena que ha logrado llegar a la leche materna, y no a la leche materna en sí (es frecuente cuando la madre aumenta el consumo de lácteos). Esto se remedia eliminando el posible alimento ofensivo de la dieta de la madre solo por un tiempo.






MITO 14: "DAR EL PECHO ACOSTADA AUMENTA EL RIESGO DE INFECCIONES DE OÍDOS"

REALIDAD: Dado que la leche materna es un fluido vivo, lleno de células del sistema inmunológico, anticuerpos e inmunoglobulinas, el bebé lactante tiene menos probabilidad de desarrollar infecciones de oído independientemente de la postura que se utilice.








MITO 15: "DAR PECHO A DEMANDA, GENERA NIÑOS DEPENDIENTES Y TRASTORNOS DE PAREJA"
REALIDAD: El pecho a demanda es una necesidad de los bebés, cuando la madre responde a las necesidades de los niños ayuda al desarrollo de una personalidad segura en su hijo, que cuando sea más grande se traducirá en un individuo independiente. Sin embargo el bebé debe tener una relación de dependencia con su madre, porque la cría humana es inmadura desde el punto de vista fisiológico y psicológico. Pretender independencia cuando son bebés (que una etapa caracterizada por la dependencia) no está bien. El pecho a demanda es lo que naturalmente ofrece la naturaleza para que la madre responda sensiblemente a las necesidades de los bebés, esto genera una sincronicidad entre la madre y el hijo y fortalece el vínculo.
Los padres maduros se dan cuenta de que las necesidades del bebé son muy intensas, pero van disminuyendo con el tiempo. De hecho, el trabajo en equipo que se realiza al cuidar de un recién nacido puede unir a la pareja conforme aprenden a ser padres juntos.

MITO 16: "LA LACTANCIA MATERNA DEMASIADO FRECUENTE, PUEDE CAUSAR OBESIDAD EN EL NIÑO CUANDO ADULTO"
REALIDAD: Los estudios científicos demuestran que los niños amamantados auto controlan la ingesta de acuerdo con sus propias necesidades, y es prácticamente nula la incidencia de obesidad. Es la alimentación con fórmulas lácteas, y la introducción precoz de alimentos complementarios la causa de que se vean afectados de obesidad al crecer, no la lactancia natural.






MITO 17: "EL ÉXITO DE LA LACTANCIA DEPENDE DEL TIPO DE PARTO, DE LA FORMA DE LOS PEZONES Y DEL TAMAÑO DE LOS PECHOS"
REALIDAD: El éxito de la lactancia está relacionada con la información que reciba la madre, su confianza en sí misma, colocar frecuente y eficientemente el bebé al pecho. Y no tiene que ver con la forma de los pezones, tamaños de los pechos o tipo de parto. Los pechos pequeños amamantan tan bien como los más grandes. La forma de los pezones en general no afectan la lactancia, sin embargo hay situaciones particulares, tales como pezones umbilicados o extremadamente grandes que tienen dificultades al principio, que pueden tratarse oportunamente por el médico con conocimiento en el tema. Finalmente, el tipo de parto, la medicación que recibió la madre o incluso complicaciones asociadas al posparto, pueden afectar el inicio de la lactancia, pero se puede revertir la situación.
MITO 18: "SI LLORA ES POR HAMBRE Y PORQUE LA LECHE DE LA MADRE NO LE ALCANZA"
REALIDAD: Lamentablemente es muy frecuente asociar el llanto sólo al hambre. Esto es un error que conduce a la madre a suplementar con biberón a su bebé, convencida de que su leche no le alcanza. La realidad es que la única forma que tiene un bebé de comunicarse es con el llanto, y no sólo indica que tiene hambre, con el llanto también pide contacto, consuelo, transmite miedos, insatisfacción, dolor, etc. Los padres aprenderán a satisfacer sus necesidades y a interpretar el llanto de su bebé, que no sólo llora por hambre. La lactancia materna frecuentemente los calma, no sólo porque le brinda alimento, sino porque además le da al niño el contacto amoroso de su madre, con su olor, su calor, sus latidos, su voz, su mirada. Amamantar, entonces es mucho más que brindar el alimento ideal, y el bebé lo puede pedir con mayor frecuencia que por la sola necesidad de alimentarse. Entonces, si el bebé llora, la madre intuitivamente ofrecerá el pecho, porque su hijo se calma, y no significa de ningún modo baja producción. Por último si el bebé llora de hambre, lo que está pidiendo es pecho de nuevo y no un biberón.

FUENTE: DUÉRMETE HANNIBAL (Facebook.com/DuermeteHannibal)

Leche materna, la opción biológica. ¿Y en qué se compara a la leche de vaca?

Los componentes de la leche varían cuantitativamente de una especie a otra,
dependiendo de las necesidades nutricionales y de la duración del período de lactancia
como forma básica de alimentación. Sin embargo, los tipos de moléculas y el mecanismo
de secreción de los elementos son más constantes en todas las especies.
 Diferencias más importantes entre la leche humana y la de vaca
 Las proteínas y aminoácidos son específicos para cada especie, tanto las del suero
como las de la porción proteica no líquida (caseína).
 Además de la menor cantidad de caseína, la leche humana forma micelas pequeñas y
blandas en el estómago. Esto determina que el tiempo de vaciamiento gástrico sea mucho más
rápido, aproximadamente 1,5 h.
 En la leche de vaca, la porción caseína de las proteínas es más abundante que las
proteínas del suero. Esto hace que la leche de vaca forme en el estómago del niño coágulos más grandes y de difícil digestión; permanecen en él un mayor tiempo y por lo tanto se vacían
más lentamente, demorándose aproximadamente 4 horas.
 La lactosa y otros oligosacáridos se encuentran en pequeña cantidad en la leche de
vaca.
 La osmolaridad de la leche de vaca (350 mosm) es significativamente mayor que la de
la leche humana (286 mosm). En el niño que la ingiere genera una mayor carga renal en un
período de la vida en que la función renal es inmadura (Fomon & Filer, 1974). La baja
osmolaridad de la leche materna determina que el niño amamantado no necesite una ingesta
suplementaria de agua, en cambio el niño alimentado con leche de vaca debe recibir agua
como complemento de su dieta.
 El contenido total de proteínas en la leche humana es de 0,9 g/100ml, lo que cubre los
requerimientos del lactante sin producirle una sobrecarga renal de nitrógeno. En la leche de
vaca el contenido de proteínas es superior, 3,1g/100ml.
 La leche humana tiene mayor cantidad de nitrógeno no proteico que la leche de vaca.
Este nitrógeno no puede ser procesado en presencia de glicina, un aminoácido que está
presente en la leche de vaca. Al suplementar la leche materna con leche de vaca, se interfiere
este delicado mecanismo de transformación del nitrógeno no proteico en proteínas.
 La alfa-lactoalbúmina es la proteína del suero más abundante en la leche humana; en la
leche de vaca sólo se encuentra en trazas.
 La beta-lactoglobulina, proteína más abundante en la leche de vaca, ha demostrado
tener un gran potencial alergeno para el niño.
 La lactoferrina constituye el 26% de las proteínas del suero de la leche humana y su
concentración varía según la edad del niño y sus requerimientos de ésta. El contenido de
lactoferrina en la leche de vaca es mínimo.
 La lisozima, que en la leche humana constituye el 8% de las proteínas del suero, en la
leche de vaca sólo se encuentra en trazas.
 La taurina, aminoácido esencial para el prematuro, no está presente en la leche de
vaca, pero se adiciona a algunas fórmulas para lactantes.
 La fenilalanina y la tirosina se encuentran en pequeña cantidad en la leche humana,
mientras que en la leche de vaca se encuentran en mayor concentración. El recién nacido no
dispone de las enzimas suficientes para una adecuada metabolización de estos aminoácidos,
los que si se acumulan pueden llegar a ser tóxicos.
 La cistina-metionina están en relación 2:1 en la leche humana, semejante a las
proteínas de los vegetales. La leche de vaca contiene alta concentración de metionina y muy
baja de cistina. La metionina puede ser tóxica para el niño. El niño de pretérmino carece de la enzima que transforma la metionina en cistina, por lo que es importante que en la leche
materna se encuentre disponible como cistina. (Akre, 1989).
 La leche de vaca tiene mayores concentraciones de ácidos grasos de cadena corta y
mediana y más cantidad de la porción caseína que de lactoalbúmina. Esta combinación la hace
ser difícil de digerir por el lactante, por lo que el vaciamiento gástrico es significativamente
más prolongado en un niño que recibe leche de vaca que el que recibe leche materna (4 horas
vs.1 hora).
 La leche materna contiene más de 70 diferentes ácidos grasos poli-insaturados de
cadena larga, de gran importancia para el desarrollo del sistema nervioso, actualmente se
adicionas algunos de ellos a ciertas fórmulas para lactantes. La leche de vaca tiene escasa
cantidad de ácidos grasos escenciales, linoleico y linolénico.
 La grasa de la leche materna es absorbida más eficientemente que la grasa de la leche
de vaca debido a que las micelas que la constituyen son más pequeñas y a la lipasa, presente
en la leche humana, que se activa en presencia de sales biliares, mecanismo que facilita la
digestión de las grasas en el recién nacido, cuyas enzimas pancreáticas no están plenamente
desarrolladas (Hammosh, 1988).
 La lipasa no se encuentra en la leche de vaca y la lactasa está en menor cantidad y es
inactivada al procesar la leche.
 Los minerales están en distinta proporción y osmolaridad en la leche de vaca y
humana. Son más concentrados en la de vaca, lo que significa un riesgo de sobrecarga renal al
recién nacido.
 Los niveles de calcio-fósforo son más bajos en la leche humana, pero la relación
calcio-fósforo es mayor (2:4) que en la leche de vaca (1:3) lo que determina que los niveles
plasmáticos de calcio en los recién nacidos amamantados sean mayores y quienes se alimentan
con leche de vaca tengan riesgo de presentar hipocalcemia.
 El contenido de hierro de la leche materna es variable (10 a 160 ug/100ml) y en la
leche de vaca es de 70ug/100ml. El hierro de la leche humana se absorbe mejor que el de la
leche de vaca o de las fórmulas enriquecidas con hierro. Esto determina que la anemia sea
mucho menor en los niños amamantados, incluso con lactancia exclusiva por 6 meses (Siimes
M. A., 1984). Por otra parte la leche de vaca puede producir microhemorragias en el tubo
digestivo del lactante, condicionando una pérdida adicional de hierro (Juez, 1989).
 La leche de vaca contiene demasiado sodio y puede provocar hipernatremia si no se
modifica para darla al lactante.
 Las vitamina A como beta-caroteno no existe y la vitamina E es escasa en la leche de
vaca.  La IgA es la principal inmunoglobulina de la leche humana y su concentración alcanza
de 100 a 140mg/100ml. La leche de vaca fresca contiene 3mg/100ml de IgA (Butte y col,
1984)
 Los componentes bioactivos específicos de la leche humana como moduladores de
crecimiento, enzimas, hormonas y células (leucocitos) no se encuentran en la leche de vaca ni
en las fórmulas lácteas procesadas.


DESVENTAJAS Y RIESGOS DE LA ALIMENTACION CON FORMULA

 A pesar de que al conocer las ventajas de la lactancia natural se deducen las
desventajas de la alimentación artificial, se mencionan en forma ordenada para destacar
aún más la inconveniencia de recurrir a ella para la alimentación del niño sano menor de
6 meses.
Nutrición
 Ya sabemos que hay importantes diferencias entre la leche materna y la de fórmula,
tanto en la cantidad como en la calidad de sus macro y micronutrientes que el niño recibe.
Difícil digestión
 La leche de vaca no contiene lipasa, enzima necesaria para metabolizar y digerir las
grasas.
 La mayor cantidad de caseína en la leche de vaca forma flóculos gruesos de difícil
absorción.
 La mayor concentración de sus nutrientes produce estreñimiento y sobrecarga renal.
Preparación
 Muchas veces las instrucciones de preparación impresas en los envases son difíciles de
leer y entender. La madre puede no considerar la importancia de la concentración que debe
tener el alimento (relación polvo-agua), por lo que la preparación de la fórmula resulta
inadecuada. Si se agrega mucho polvo, el preparado tendrá mayor concentración de nutrientes,
lo que puede provocar diarrea, deshidratación y mayor carga renal. Si se agrega menos polvo,
con el fin de ahorrar alimento, el niño no recibe suficiente aporte de nutrientes ni calorías,
causando desnutrición.
 La leche necesita ser preparada con agua potable, ojalá hervida, lo que no siempre es
posible.
Contaminación
 Hay muchos riesgos de contaminar los alimentos, y más aún si no se toman las
precauciones pertinentes: - Manipulación de los alimentos con las manos sucias
- Mal lavado de los utensilios usados
- Secado de manos o utensilios con paños sucios o contaminados
- Uso de agua contaminada
- Transporte de gérmenes por moscas y otros vectores
- Descomposición fácil de la leche al quedar en el medio ambiente, sin refrigerar
- Fácil cultivo de gérmenes en chupetes de goma y mamaderas. Dificultad para lavarlos
bien.
Incapacidad inmunológica
 En la leche procesada (hervida, evaporada) se destruyen sus elementos bioactivos y
desde el punto de vista inmunológico, las leches de fórmula pueden considerarse inertes. Los
niños alimentados con mamadera enferman con mayor frecuencia de diarreas, enfermedades
respiratorias, otitis y alergias.
Capacidad alergénica
 Las proteínas y otras sustancias extrañas al metabolismo del niño, pueden actuar como
potentes alergenos y sensibilizar al niño para toda la vida.
Recuperación de la fertilidad y mayor riesgo de un nuevo embarazo
 Al tener la alternativa de dar al niño alimentación artificial, la madre deja muy pronto
de lactar en forma exclusiva, recupera su fertilidad, y si no toma las precauciones para el
control de la natalidad, estará en permanente riesgo de un nuevo embarazo.
Desconfianza en la capacidad de lactar
 El dar mamadera o un chupete al niño para calmar su hambre o su necesidad de
chupar, reduce la producción de leche en la madre por falta de estímulo del pezón. La
disminución visible de la leche le produce ansiedad y le crea desconfianza en su capacidad de
amamantar.
Riesgo psico-social emocional
 La alimentación con mamadera suele ser bastante impersonal, ya que la puede dar
cualquier persona, o incluso dejar la mamadera apoyada en una almohada para que el mismo
niño lo tome. Puede producir insatisfacción psico-emocional y alterar los patrones de
interacción social.
Mayor costo
 Alimentar a un niño con fórmula tiene un alto costo, no sólo por el elevado valor de las
fórmulas, sino por la cantidad de implementos y tiempo que se requieren para su preparación
adecuada. Es necesario sumar a lo anterior el alto costo de las enfermedades del niño en consultas y medicamentos, exámenes de laboratorio, deterioro del crecimiento y desarrollo,
ausentismo labor al de la madre, etc.

 RIESGOS DE USAR MAMADERA
 Ninguna mamadera se asemeja a la forma, consistencia, textura, temperatura y
funcionalidad del pecho materno.
 El uso de mamadera en el lactante menor puede provocar una serie de alteraciones en
el área máxilo-facial y oro-faríngea:
Alteración funcional de la succión-deglución-respiración
 El niño que se alimenta con mamadera debe improvisar patrones funcionales de
succión-deglución-respiración para dosificar el contenido extraído y deglutirlo sin atragantarse
(disfunción motora oral).
Riesgo de aspiración de alimentos. Apneas prolongadas
 La desorganización neuromuscular de la succión-deglución-respiración puede ser la
causa de regurgitación y aspiración del alimento y de los episodios de apneas prolongadas que
se producen en los niños alimentados con mamadera. Se ha pensado que ésta también podría
ser una de las causas de muerte súbita en los lactantes.
Interferencia en la maduración de futuras funciones bucales
 Un patrón funcional básico alterado genera una distorsión de las futuras funciones,
manifestada como deglución atípica, respiración bucal, disfunción masticatoria, dificultades
en la fonoarticulación del lenguaje, alteración de la postura corporal, etc.
Congestión del sistema adenoídeo
 El sistema adenoídeo de la retrofaringe, compuesto por múltiples ganglios y vasos
linfáticos, se congestiona fácilmente cuando el niño tiene una función de succión-deglución
anormal.
Riesgos de otitis y enfermedades respiratorias
 La congestión del sistema adenoídeo involucra una congestión de la mucosa
respiratoria y de la Trompa de Eustaquio. La diferencia de temperatura en más o menos grados
que la leche materna, y el azúcar agregada a la mamadera también pueden causar congestión
de las mucosas.
 Las mucosas respiratorias y la Trompa de Eustaquio congestionadas se hacen
insuficientes y por lo tanto vulnerables a la infección, siendo ésta una de las causas de
frecuentes enfermedades respiratorias, alergias y otitis media en los lactantes alimentados con
mamadera. Hábito de respiración bucal
 Episodios de congestión de la mucosa respiratoria y del sistema adenoídeo obligan al
niño a buscar la alternativa de la respiración bucal para ingresar el aire necesario a sus
pulmones. Si estos episodios son frecuentes o prolongados, el niño adquiere el hábito de
respiración bucal, con todas las consecuencias que ello acarrea: falta de ventilación adecuada,
infecciones respiratorias recurrentes, hipoacusia, alteración desarrollo torácico y de la postura
corporal, alteraciones del desarrollo máxilo-facial, facciones típicas alargadas y con la boca
abierta, etc.
Alteración de la postura cérvico-craneal y del eje vertical del cuerpo
 La disfunción linguo-mandibular producida por una función alterada de la succióndeglución-respiración, produce una mala posición compensatoria de la cabeza y el cuello con
respecto a la cintura escapular y el eje vertical del cuerpo.
Alteraciones del desarrollo máxilo-dentario
 El buen desarrollo de los maxilares y de la oclusión o mordida, dependen en gran
medida del equilibrio de las fuerzas de presión-tracción que ejercen los músculos sobre las
estructuras óseas con las que se relacionan. Cuando el niño usa una mamadera inadecuado no
hace fuerza de vacío succional, de gran importancia para el equilibrio de las presionestracciones musculares internas (de la lengua y velo del paladar) y externas (labios y mejillas).
Mayor riesgo de caries
 El azúcar o los alimentos azucarados agregados a la leche de la mamadera son la causa
del gran número de caries que presentan los niños alimentados artificialmente.
Creación de hábitos disfuncionales de succión
 La prolongación de la succión, ya sea de chupete o mamadera, más allá del tiempo
para el cual está programada como función básica, crea en el niño una dependencia,
transformándose en hábitos disfuncionales que alteran en menor o mayor grado el desarrollo
morfofuncional de los complejos orofaríngeo y dento-máxilo-facial.

FUENTE: http://www.unicef.cl/lactancia/docs/mod01/Mod%201beneficios%20manual.pdf

ATENCIÓN: En este blog celebramos la lactancia materna y damos información para propiciarla, difundirla y apoyarla. De ninguna manera eso se debe traducir como una crítica u ofensa a las madres que no amamantaron o amamantan a sus hijos. Las comparaciones y riesgos entre la leche materna y la leche de vaca maternizada son datos científicos.

La leche materna, ¿cómo es? Conocela a fondo.

Inmunoglobinas, proteínas, vitaminas, grasas... conocé cómo es la leche materna y todos sus beneficios en este artículo de UNICEF.

LA LECHE HUMANA, COMPOSICION, BENEFICIOS Y COMPARACIÓN CON 
LA LECHE DE VACA 
Extraído y adaptado de Manual de Lactancia para Profesionales de la Salud. Comisión 
de Lactancia MINSAL, UNICEF. Editoras C Shellhorn, V Valdés. Ministerio de Salud, 
UNICEF, Chile 1995. 
 La leche humana ofrece al niño el alimento ideal y completo durante los primeros 6 
meses de vida y sigue siendo la óptima fuente de lácteos durante los primeros dos años, al ser 
complementada con otros alimentos. Cada leche tiene características propias que la 
diferencian significativamente de otras leches de mamíferos y la hacen adecuada a la cría de la 
especie. Del punto de vista nutricional, la infancia es un período muy vulnerable, ya que es el 
único período en que un solo alimento es la única fuente de nutrición, y justamente durante 
una etapa de maduración y desarrollo de sus órganos (Picciano, 2001). 
 Es un fluido vivo que se adapta a los requerimientos nutricionales e inmunológicos del 
niño a medida que éste crece y se desarrolla. 
 Se distinguen: la leche de pretérmino, el calostro, la leche de transición y la leche 
madura. 
 El calostro propiamente tal se produce durante los primeros 3 a 4 días después del 
parto. Es un líquido amarillento y espeso de alta densidad y poco volumen. En los 3 primeros 
días postparto el volumen producido es de 2 a 20 ml por mamada, siendo esto suficiente para 
satisfacer las necesidades del recién nacido. La transferencia de leche menor de 100 ml el 
primer día, aumenta significativamente entre las 36 y 48 horas postparto, y luego se nivela a 
volúmenes de 500-750 ml/ 24 horas a los 5 días postparto. 
 El calostro tiene 2 g/100 ml de grasa, 4 g/100 ml de lactosa y 2 g/100 ml de proteína. 
Produce 67 Kcal/100 ml. Contiene menos cantidades de lactosa, grasa y vitaminas 
hidrosolubles que la leche madura, mientras que contiene mayor cantidad de proteínas, 
vitaminas liposolubles (E, A, K), carotenos y algunos minerales como sodio y zinc. El 
betacaroteno le confiere el color amarillento y el sodio un sabor ligeramente salado. 
 En el calostro la concentración promedio de Ig A y la lactoferrina, son proteinas 
protectoras que están muy elevadas en el calostro, y aunque se diluyen al aumentar la 
producción de leche, se mantiene una producción diaria de 2-3 g de IgA y lactoferrina. Junto a 
los oligosacáridos, que tambien están elevados en el calostro (20 g/L), una gran cantidad de 
linfocitos y macrófagos (100.000 mm3
) confieren al recién nacido una eficiente protección 
contra los gérmenes del medio ambiente. 
 El calostro está ajustado a las necesidades específicas del recién nacido: 
- facilita la eliminación del meconio 
- facilita la reproducción del lactobacilo bífido en el lúmen intestinal del recién nacido 
- los antioxidantes y las quinonas son necesarias para protegerlo del daño oxidativo y la 
enfermedad hemorrágica - las inmunoglobulinas cubren el revestimiento interior inmaduro del tracto digestivo, 
previniendo la adherencia de bacterias, virus, parásitos y otros patógenos 
- el escaso volumen permite al niño organizar progresivamente su tríptico funcional, 
succión-deglución-respiración. 
- los factores de crecimiento estimulan la maduración de los sistemas propios del niño 
- los riñones inmaduros del neonato no pueden manejar grandes volúmenes de líquido; 
tanto el volumen del calostro como su osmolaridad son adecuados a su madurez. 
 El calostro, como la leche que lo sucede, actúa como moderador del desarrollo del 
recién nacido. 
 Aún si la madre está dando pecho a un hijo mayor durante el embarazo, su leche 
pasará por una etapa calostral antes y después del nuevo nacimiento (Akre 1992). 
La leche de transición es la leche que se produce entre el 4º y el 15º día postparto. 
Entre el 4º y el 6º día se produce un aumento brusco en la producción de leche (bajada de la 
leche), la que sigue aumentando hasta alcanzar un volumen notable, aproximadamente 600 a 
800 ml/día, entre los 8 a 15 días postparto. 
 Se ha constatado que hay una importante variación individual en el tiempo en que las 
madres alcanzan el volumen estable de su producción de leche (Neville, 1989). Los cambios 
de composición y volumen son muy significativos entre mujeres y dentro de una misma 
mujer, durante los primeros 8 días, para luego estabilizarse. La leche de transición va variando 
día a día hasta alcanzar las características de la leche madura. 
 La leche materna madura tiene una gran variedad de elementos, de los cuales sólo 
algunos son conocidos. La variación de sus componentes se observa no sólo entre mujeres, 
sino también en la misma madre, entre ambas mamas, entre lactadas, durante una misma 
mamada y en las distintas etapas de la lactancia. 
 Estas variaciones no son aleatorias, sino funcionales, y cada vez está más claro que 
están directamente relacionadas con las necesidades del niño. Durante la etapa del destete, la 
leche involuciona y pasa por una etapa semejante al calostro al reducirse el vaciamiento. 
| Las madres que tienen un parto antes del término de la gestación (pretérmino) 
producen una leche de composición diferente durante un tiempo prolongado. 
 La leche de pretérmino contiene mayor cantidad de proteína y menor cantidad de 
lactosa que la leche madura, siendo esta combinación más apropiada, ya que el niño inmaduro 
tiene requerimientos más elevados de proteínas. La lactoferrina y la IgA también son más 
abundantes en ella. 
 Sin embargo, hay que tener en cuenta que en un recién nacido de muy bajo peso 
(MBPN), menos de 1.500 g, la leche de pretérmino no alcanza a cubrir los requerimientos de 
calcio y fósforo y ocasionalmente de proteínas, por lo que debe ser suplementada con estos elementos. El ideal es hacerlo con preparados que vienen listos y que se denominan 
"fortificadores de leche materna" (Schandler, 1989). 
 El volumen promedio de leche madura producida por una mujer es de 700 a 900 
ml/día durante los 6 primeros meses postparto (Lawrence, 1989) y aproximadamente 500 
ml/día en el segundo semestre. Aporta 75 Kcal/100 ml. Si la madre tiene que alimentar a más 
de un niño, producirá un volumen suficiente (de 700 a 900 ml) para cada uno de ellos. 
Composición de la leche humana madura
 Los principales componentes de la leche son: agua, proteínas, hidratos de carbono, 
grasas, minerales y vitaminas. También contiene elementos traza, hormonas y enzimas. 
 Agua
 La leche materna contiene un 88% de agua y su osmolaridad semejante al plasma, 
permite al niño mantener un perfecto equilibrio electrolítico. 
 Proteínas
 Entre los mamíferos, la leche humana madura posee la concentración más baja de 
proteína (0,9 g/100 ml). Sin embargo es la cantidad adecuada para el crecimiento óptimo del 
niño. 
 La proteína de la leche humana está compuesta de 30% de caseína y 70% de proteínas 
del suero. 
 La caseína está formada por micelas complejas de caseinato y fosfato de calcio. 
 Las proteínas del suero son entre otras: alfa-lactoalbúmina (de alto valor biológico para 
el niño), seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, 
lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas. 
 Las inmunoglobulinas de la leche materna son diferentes a las del plasma, tanto en 
calidad como en concentración. La IgA es la principal inmunoglobulina en la leche materna. 
La IgG es la más importante del plasma y se encuentra en una cantidad 5 veces mayor que la 
IgA. 
 La proporción de inmunoglobulinas en la leche se modifica progresivamente hasta 
llegar al nivel que se mantendrá en la leche madura, más o menos a los 14 días postparto. 
 El calostro tiene 1740 mg/100 ml de IgA contra 43 mg/100 ml de IgG. 
 La leche madura tiene 100 mg/100 ml de IgA contra 4 mg/100 ml de IgG. (Lawrence 
1989).  La IgA protege tanto a la glándula mamaria como a las mucosas del lactante en el 
período en que la secreción de IgA en el niño es insuficiente. 
 La lactoferrina además de su acción bacteriostática sobre ciertos gérmenes 
ferrodependientes (E. Coli), contribuye a la absorción del hierro en el intestino del niño. 
(Räihä, 1985). 
 La lisozima constituye un factor antimicrobiano no específico. Tiene efecto 
bacteriolítico contra Enterobacteriaceae y bacterias Gram positivas. Contribuye a la 
mantención de la flora intestinal del lactante y además tiene propiedades anti-inflamatorias 
(Goldman y col., 1986). 
 Ocho de los veinte aminoácidos presentes en la leche son esenciales y provienen del 
plasma de la madre. El epitelio alveolar de la glándula mamaria sintetiza algunos aminoácidos 
no esenciales. 
 La taurina es un importante aminoácido libre de la leche materna, que el recién nacido 
no es capaz de sintetizar. Es necesario para conjugar los ácidos biliares y como posible 
neurotransmisor o neuromodulador del cerebro y la retina (Sturman y col., 1977). 
 La cistina es otro aminoácido que está combinado con la metionina en una proporción 
de 2:1, específica para la leche humana. 
 Hidratos de carbono
 El principal hidrato de carbono de la leche es la lactosa, un disacárido compuesto de 
glucosa y galactosa. 
 La leche humana tiene un alto contenido de lactosa, 7 g/dl (cerca de 200mM). 
 La lactosa parece ser un nutriente específico para el primer año de vida, ya que la 
enzima lactasa que la metaboliza sólo se encuentra en los mamíferos infantes mientras se 
alimentan con leche materna. De ahí que la mayoría de las personas presentan intolerancia a la 
lactosa después de la infancia. En los europeos y otras poblaciones persiste la enzima lactasa 
en los adultos, debido aparentemente a una adaptación metabólica. 
 La lactosa se metaboliza en glucosa y galactosa antes de ser absorbida por el intestino. 
Provee el 40% de la energía, pero además tiene otras funciones. La porción galactosa 
participa en la formación de los galactolípidos necesarios para el sistema nervioso central 
(Casey & Cambridge, 1983). 
 La alta concentración de lactosa en la leche humana facilita la absorción del calcio y el 
hierro y promueve la colonización intestinal con el lactobacillus bifidus, flora microbiana 
fermentativa que al mantener un ambiente ácido en el intestino, inhibe el crecimiento de 
bacterias, hongos y parásitos.  El crecimiento del lactobacillus es promovido por el factor bífido, un carbohidrato 
complejo con contenido de nitrógeno, que no está presente en los derivados de leche de vaca. 
De ahí que los suplementos alimentarios dados en los primeros días de vida interfieren con 
este mecanismo protector (Bullen, 1981). 
 Además de la lactosa, en la leche humana se han identificado más de 50 oligosacáridos 
de diferente estructura, muchos de los cuales contienen nitrógeno. Constituyen el 1,2% de la 
leche madura (comparado con el 0,1% en la leche de vaca). Los componentes de estos 
azúcares complejos incluyen glucosa, galactosa, fructosa, n-acetilglucosamina y ácido siálico 
y representan una porción significativa del nitrógeno no proteico de la leche humana. 
 Las grasas
 La grasa es el componente más variable de la leche humana. 
 Las concentraciones de grasa aumentan desde 2 g/100 ml en el calostro, hasta 
alrededor de 4 a 4,5 g/100 ml a los 15 días post parto. De ahí en adelante siguen siendo 
relativamente estables, pero con bastantes variaciones interindividuales tanto en el contenido 
total de grasa, como en la composición de los ácidos grasos. (Crawford, 1976) 
 Hay fluctuaciones diurnas, que son dependientes de la frecuencia de las mamadas. 
 También hay una importante variación dentro de una misma mamada, siendo la leche 
del final de la mamada, 4 a 5 veces más concentrada en grasa que la primera. Se cree que esta 
mayor concentración de grasa de la segunda parte de la mamada tiene que ver con el 
mecanismo de saciedad del niño. Cuando la madre se extrae la leche, debe tener en cuenta esta 
diferencia, especialmente en el caso de prematuros, ya que la leche del final tiene más calorías. 
(Morley, 1988). 
 La grasa de la leche humana es secretada en glóbulos microscópicos, de 1-10 μm. La 
membrana globular, que recubre los lípidos no polares, como los triglicéridos y el colesterol, 
está compuesta de fosfolípidos complejos. 
 La composición de los ácidos grasos de la leche humana es relativamente estable, con 
un 42% de ácidos grasos saturados y 57% de poliinsaturados (Guthrie et al. 1974). 
 Los ácidos grasos araquidónico (C 20:4) y docosahexaenoico (C 22:6) participan en la 
formación de la sustancia gris y en la mielinización de las fibras nerviosas. Se forman a partir 
de los ácidos linoleico (C 18:2) y linolénico (C 18:3) respectivamente. Estos últimos se 
obtienen de la dieta de la madre. El contenido de ellos es alrededor de 4 veces mayor en la 
leche humana (0,4 g/100 ml) que en la de vaca (0,1 g/100 ml). 
 A pesar de que los ácidos linoleico y linolénico se ven afectados por la dieta de la 
madre y por la composición de su grasa corporal, toda leche humana es rica en estos ácidos 
grasos poliinsaturados de cadena larga. La mayoría de las fórmulas contienen muy pocos o no 
los contienen (Gibson & Kneebone, 1981), aunque a partir de 1989 algunos fabricantes los 
agregaron.  La síntesis de las prostaglandinas depende de la disponibilidad de éstos ácidos grasos 
esenciales (Robert, 1979). Estas se encuentran distribuidas ampliamente en el tracto 
gastrointestinal del niño y contribuyen en forma importante en los mecanismos generales de 
defensa. La leche humana puede contener cantidades significativas de prostaglandinas 
(Chappet et al, 1989) que las fórmulas no contienen. 
 Después del nacimiento, el principal aporte de energía en el niño lo constituyen las 
grasas. La leche materna proporciona el 50% de las calorías en forma de grasa. El niño 
consume esta dieta alta en grasa en un período en que están inmaduras tanto la secreción de 
lipasa pancreática como la conjugación de las sales biliares (Watkins, 1985). Esta inmadurez 
se compensa por las lipasas linguales y gástricas y además por una lipasa no específica de la 
leche materna que se activa al llegar al duodeno en presencia de las sales biliares. Esta 
característica metabólica de que un sustrato y su enzima estén en el mismo líquido, no se 
encuentra más que en la leche humana y en la de los gorilas. 
 En la leche fresca esta lipasa estimulada por las sales biliares contribuye a la digestión 
del 30 al 40% de los triglicéridos en un período de 2 horas, situación particularmente 
importante en la alimentación de los niños prematuros, cuyas sales biliares y producción de 
lipasa pancreática están aún más deprimidas (Freier & Faber, 1984). Esta lipasa se destruye 
por el calor, por lo que es importante usar la leche materna fresca. 
 La leche humana es rica en colesterol. Aún no se sabe la importancia que esto puede 
tener para el metabolismo en el adulto; tampoco se sabe si la presencia o no de colesterol en 
los sustitutos es una ventaja para los niños alimentados artificialmente. 
 Cada día hay más evidencias que los factores dietéticos de la infancia están 
involucrados en el desarrollo posterior de la enfermedad cardiovascular (Hahn, 1987). 
 Vitaminas
 La concentración de vitaminas en la leche humana es la adecuada para el niño, pero 
puede variar según la ingesta de la madre. 
 Vitaminas liposolubles La absorción de vitaminas liposolubles en el lactante está 
relacionada con la variabilidad de la concentración de la grasa en la leche materna. 
 a) Vitamina A La concentración de vitamina A en la leche materna es mayor 
que en la leche de vaca. (Gebre-Medhin, 1976). En el calostro es el doble que en la leche 
madura. 
 b) Vitamina K La concentración de vitamina K es mayor en el calostro y en la 
leche de transición. Después de 2 semanas, en los niños amamantados, se establece la 
provisión de vitamina K por la flora intestinal. 
 Cuando no se da el calostro o la leche temprana, el riesgo de enfermedad hemorrágica 
es mayor, a menos que se provea al niño vitamina K inmediatamente después del nacimiento 
(Von Kries et al, 1987).  c) Vitamina E El contenido de vitamina E en la leche humana cubre las 
necesidades del niño a menos que la madre consuma cantidades excesivas de grasas 
poliinsaturadas sin un aumento paralelo de vitamina E. 
 d) Vitamina D El contenido de vitamina D de la leche humana es bajo (0,15 
mg/100 ml). En los niños amamantados con pecho exclusivo no se manifiestan deficiencias, 
probablemente debido a la presencia de vitamina D hidrosoluble en la fase acuosa de la leche 
en cantidades tan altas como 0,88 mg/100 ml (Greer et al, 1988). Esta vitamina D 
hidrosoluble no se procesa en el tracto gastrointestinal, sino a través de la piel en presencia de 
luz solar. Se necesita sólo una buena exposición al sol para producir suficiente vitamina D. 
 Se puede decir que sólo tienen riesgo de deficiencia de vitamina D las mujeres y niños 
que no consumen aceites marinos y que están totalmente cubiertos y no expuestos a la luz del 
día. 
 Vitaminas hidrosolubles En estas vitaminas pueden ocurrir variaciones dependiendo 
de la dieta materna. Los niveles son más altos en las madres bien nutridas. 
 Las deficiencias de estas vitaminas en los niños son raras, aún en casos de mujeres 
desnutridas o vegetarianas que tienen mayor riesgo de deficiencia de vitamina B. 
 La concentración de vitamina B12 en la leche humana es muy baja, pero su 
biodisponibilidad aumenta por la presencia de un factor específico de transferencia. 
 Las concentraciones de niacina, ácido fólico y ácido ascórbico, son generalmente más 
altas que en la leche de los mamíferos rumiantes. 
 Las usuarias de anticonceptivos orales por largo plazo pueden presentar niveles bajos 
de vitamina B6 en su leche. 
 Aunque las madres no presentan signos, la insuficiencia de estas vitaminas en la leche 
puede tener consecuencias adversas para el niño. De ahí que es necesario que la madre las 
consuma diariamente en su dieta. 
 Minerales
 La concentración de la mayoría de los minerales en la leche humana: calcio, hierro, 
fósforo, magnesio, zinc, potasio y flúor, no es afectada significativamente por la dieta materna. 
Los mecanismos compensatorios, como una disminución en la excreción urinaria del calcio 
comienzan a actuar, y sólo en casos extremos se alterarán significativamente las reservas de 
los tejidos propios de la madre. 
 En el caso del flúor no hay evidencia de transferencia de flúor desde el plasma a la 
leche materna y al parecer es la mama la que inhibe este pasaje, encontrándose en la leche sólo 
en niveles traza (Ekstrand, 1981).  Las concentraciones de minerales en la leche humana son más bajas que en cualquiera 
de los sustitutos y están mejor adaptados a los requerimientos nutricionales y capacidades 
metabólicas del lactante. 
 Calcio, Fósforo La relación calcio-fósforo en la leche humana es de 2:1. La leche de 
vaca tiene una mayor proporción de fósforo, lo que explica la hipocalcemia neonatal, común 
en los lactantes alimentados artificialmente. La disponibilidad en la leche de vaca disminuye 
también por la formación de jabones de calcio insolubles en el intestino, los cuales pueden 
causar obstrucción intestinal. 
 Hierro La alta biodisponibilidad del hierro de la leche humana es el resultado de una 
serie de interacciones complejas entre los componentes de la leche y el organismo del niño: la 
mayor acidez del tracto gastrointestinal, la presencia de niveles apropiados de zinc y cobre, el 
factor de transferencia de lactoferrina, que impide que el hierro esté disponible para las 
bacterias intestinales, liberándolo sólo cuando los receptores específicos se unen a la 
transferrina, son factores importantes para aumentar la absorción del hierro. 
 El hierro de la leche humana se absorbe en un 70%, el de la leche de vaca un 30% y en 
los sustitutos sólo el 10% (Sarinen & Sümes, 1979). 
 En los niños amamantados exclusivamente con leche materna en los primeros 6-8 
meses de vida, la anemia por deficiencia de hierro es poco frecuente. Los niños amamantados 
por madres bien nutridas tienen suficiente hierro en sus depósitos hepáticos como para cubrir 
sus necesidades durante buena parte del primer año de vida (Picciano, 1985). Estudios 
recientes han demostrado que la introducción temprana de otros alimentos en la dieta del niño 
amamantado altera esta absorción. 
 También se ha demostrado que el hierro suplementario puede causar problemas al 
saturar la lactoferrina. Al disminuir su efecto bacteriostático promueve el crecimiento de 
gérmenes patógenos que pueden dañar y causar un sangrado suficiente en el intestino 
(detectado microscópicamente) como para producir una anemia por falta de hierro (Osky, 
1985). Por otra parte, la adición de hierro no hemínico puede reducir la absorción de cobre y 
zinc. 
 La suplementación con hierro por lo tanto, tiene indicaciones específicas en caso de 
prematurez o pérdida de sangre neonatal, aunque no está exenta de riesgos. 
 También se recomienda suplementar a los lactantes entre los 6 meses y 1 año ya que su 
alimentación con fitatos no permite un aporte adecuado de hierro. 
 Zinc El zinc es esencial para la estructura de las enzimas y su funcionamiento y para 
el crecimiento y la inmunidad celular. Las cantidades de zinc en la leche humana son 
pequeñas pero suficientes para cubrir las necesidades del niño sin alterar la absorción del 
hierro y del cobre.  La leche materna es terapéutica en caso de acrodermatitis enteropática, una 
enfermedad producida por deficiencia de zinc, que ocasionalmente ocurre en los niños 
alimentados con fórmula. 
 Elementos traza
 En general el niño alimentado al pecho presenta pocos riesgos de deficiencia o exceso 
de minerales traza. 
 Cobre, Cobalto, Selenio Estos tres elementos tienen niveles más elevados en la leche 
humana que en la de vaca. 
 La deficiencia de cobre, que produce una anemia microcítica hipocrómica y 
alteraciones neurológicas, ocurre solamente en los niños alimentados artificialmente (Wilson, 
1964 - Mason 1979). 
 El selenio se encuentra en mejores niveles en niños de tres meses de edad que se 
alimentan con leche materna exclusivamente (Smith & Picciano 1987). 
 Los niveles de selenio de la leche humana varían ligeramente en las áreas donde los 
suelos son deficientes en selenio. 
 Cromo, Manganeso, Aluminio Los niveles de estos minerales pueden ser hasta unas 
100 veces mayores en la leche de vaca. Se ha postulado que pequeñas cantidades tienen 
algunos efectos en el aprendizaje posterior y en el crecimiento de los huesos (Deelstra et al. 
1988 - Collipp et al. 1983 - Koo et al. 1988). 
 Plomo y Cadmio La ingesta dietética de plomo es mucho menor en los niños 
amamantados, aún cuando el agua potable consumida por la madre exceda el estándar de la 
OMS de 0,1 mg/100ml (Chisolm, 1983). 
 Yodo Puede encontrarse en pequeñas cantidades en la leche. El uso tópico de yoduros 
(ej.: curaciones de la piel o mucosas de la madre) puede afectar la función tiroídea de los niños 
amamantados (Chanoine, 1989), ya que el yodo se concentra en la leche. 
 En general se puede decir que en los minerales y otros nutrientes hay muchas 
diferencias significativas entre la leche humana y las fórmulas. 
 En la última década hay considerables avances en el conocimiento de las interacciones 
entre los minerales y su biodisponibilidad (OMS - IAEA Collaborative Study, 1989). 
 Los niveles adecuados de estos elementos no se pueden medir sólo a partir del análisis 
de su composición. De la misma manera, no hay un indicador suficientemente sensible para 
evaluar los posibles resultados adversos debidos a carencias o excesos. 
 Otras sustancias Estudios recientes comprueban que la leche materna, además de ser una fuente 
nutritiva, ejerce un control sutil del metabolismo, desde la división celular hasta la conducta 
del niño, desde el desarrollo de las mamas y el mantenimiento de su función, hasta la 
protección inmunológica de las mismas. 
 Hormonas Una lista completa de las hormonas de la leche incluiría a las ya 
mencionadas: ocitocina, prolactina, esteroides suprarrenales y ováricos, prostaglandinas y 
otras como: GnRH (hormona liberadora de gonadotropina), GRF (factor de liberación de 
hormona del crecimiento), insulina, somatostatina, relaxina, calcitonina y neurotensina, que se 
encuentran en la leche en niveles mayores que los de la sangre materna y la TRA 
(hormona de liberación de la tirotropina), TSH (hormona tiroideo estimulante), tiroxina, 
triiodotironina y eritropoyetina, en niveles menores que los del suero materno. 
 La liberación de hormonas puede estar influenciada por componentes de la leche como 
las betacaseomorfinas humanas, péptidos opioides que pueden afectar el sistema nervioso 
central neonatal. 
 Nucleótidos En la leche humana, están presentes nucleótidos, que afectan la 
absorción de las grasas y numerosos factores de crecimiento, entre los que se incluyen el 
factor de crecimiento epidérmico (EGF), el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF I - 
II y III) y el factor de crecimiento de nervios (NGF) entre otros (Morris, 1986). 
 Enzimas Las múltiples enzimas de la leche materna tienen diversas funciones. 
Algunas reflejan los cambios fisiológicos que ocurren en las mamas; otras son importantes 
para el desarrollo neonatal (enzimas proteolíticas, peroxidasa, lisozima, xantino-oxidasa) y 
otras aumentan las enzimas digestivas propias del infante (alfa-amilasa y lipasa estimulada por 
sales biliares). Muchas de ellas se encuentran en concentraciones más altas en el calostro que 
en la leche madura. La lisozima es bacteriolítica contra bacterias Gram positivas y puede 
proteger contra algunos virus. Hay enzimas que tienen funciones inmunológicas directas y 
otras que pueden actuar en forma indirecta, promoviendo la maduración celular (Werner et al., 
1988). 
Elaboración celular de la leche
 Para producir la leche, las células alveolares obtienen sus elementos por 2 
mecanismos: por síntesis dentro de la célula misma o por transporte desde el plasma 
sanguíneo. 
 Cada célula secretora de la glándula mamaria funciona como una unidad completa, 
produciendo leche con todos sus constituyentes. 
 La lactosa, se sintetiza en las paredes del aparato de Golgi de las células alveolares. 
 La caseína es sintetizada a partir de los aminoácidos obtenidos del plasma sanguíneo y 
de otros sintetizados en la célula alveolar misma, utilizando carbono obtenido de los 
carbohidratos y de los ácidos grasos.  Los ácidos grasos de la leche se obtienen por captación de triglicéridos y ácidos grasos 
libres desde el plasma. 
 Mecanismos de la secreción celular
 Los constituyentes de la leche son entregados por la célula mamaria hacia el lumen 
alveolar por diversos mecanismos: 
 Difusión A través de la membrana de las células alveolares difunden hacia el lumen 
alveolar agua y iones monovalentes (Na+, K+, Cl-). 
 Exocitosis Por este mecanismo son secretadas partículas de proteínas y ciertos 
carbohidratos, sin que la célula pierda partes propias. La membrana celular de la partícula de 
proteína, al tomar contacto con la membrana celular alveolar, se fusiona con ella y se abre 
dejando libre a la proteína que sale hacia el lumen alveolar. 
 Secreción apocrina Por este mecanismo son secretados los glóbulos de grasa. En este 
proceso la célula alveolar pierde parte de su membrana y algo de citoplasma. La membrana 
celular envuelve al glóbulo de grasa en el momento que éste deja la célula, constituyéndose en 
su propia membrana. 
 Pinocitosis Las inmunoglobulinas son transportadas por las células alveolares a través 
de un receptor transcelular. La IgA, que es la inmunoglobulina más abundante en la leche, es 
sintetizada por células plasmáticas presentes en la glándula mamaria (Hanson & Winberg, 
1982). 
 Vía paracelular Las células que se encuentran en la leche (macrófagos, neutrófilos, 
linfocitos B y T) son secretadas por esta vía, a través de soluciones de continuidad entre las 
células alveolares. El calostro contiene un abundante componente celular que 
mayoritariamente es aportado por esta vía. 
 Estos espacios o soluciones de continuidad intercelulares que se observan claramente 
al final de la gestación, en su mayoría se cierran cuando la lactancia está bien establecida y se 
abren nuevamente durante el destete y también frente a la presencia de mastitis.  CUALIDADES INMUNOLOGICAS DE LA LECHE MATERNA
 La leche materna es de gran complejidad biológica. Además de proteger activamente 
es inmunomoduladora, es decir, no sólo transfiere una protección contra infecciones y alergias 
específicas, sino que también estimula el desarrollo del propio sistema inmune del lactante. 
Contiene además muchos componentes antiinflamatorios cuyo mecanismo de acción aún no se 
conoce. 
 La protección se observa mejor durante la vida temprana y continúa en proporción a la 
frecuencia y duración de la lactancia materna. 
 El calostro y la leche madura tienen componentes antiinfecciosos tanto humorales 
como celulares. 
Componentes humorales
 Son las inmunoglobulinas IgA, IgM, IgG, lisozima y otras enzimas, lactoferrina, factor 
bífido, interferón, gangliósidos, prostaglandinas y otras sustancias inmuno reguladoras. 
 La mayor parte de la IgA es producida por el mecanismo bronco-entero-mamario 
como reacción a los gérmenes con los que la madre ha tenido contacto. En el tejido linfático 
adyacente al tubo digestivo y a la mucosa respiratoria materna se generan linfocitos que luego 
migran a la glándula mamaria aportando a la leche células inmunológicamente activas que 
secretan inmunoglobulinas específicas (IgA, IgA secretora) para proteger al niño de los 
gérmenes que lo rodean (Wayward, 1983). La IgA también es producida en la glándula 
mamaria (Hanson, 1985). 
 La IgA es resistente a las enzimas proteolíticas y al pH bajo. Hasta el 88% de la IgA 
ingerida puede ser recuperada en las heces del lactante (Brandtzaeg, 1979). Se cree que los 
anticuerpos de la IgA aglutinan a las toxinas, a las bacterias y a los antígenos 
macromoleculares, impidiendo de ese modo su acceso al epitelio. 
 La protección que el niño recibe a través de la leche materna es considerable. 
Calculada por Kg de peso corporal, el niño amamantado en forma exclusiva recibe 0,5 g de 
IgA por día. En las 4-6 primeras semanas de vida el niño obtiene la IgA de la leche materna. 
La leche humana también estimula la producción de la propia IgA en las células plasmáticas 
subepiteliales del tracto intestinal del niño. (Goldbaum, 1988). Componentes celulares
 Los leucocitos están en una concentración similar a la que se encuentran en la sangre 
periférica, pero con predominancia de macrófagos en vez de neutrófilos. (Lawrence R. A 
.1989). 
 De la actividad de los elementos celulares de la leche se sabe todavía muy poco. Los 
macrófagos son los que están en mayor cantidad (80%), le siguen los linfocitos y luego los 
granulocitos neutrófilos. El mecanismo de acción es la fagocitosis y la secreción de algunas 
sustancias inmunológicas con cierta especificidad contra los gérmenes que la madre ha tenido 
contacto (Hanson, 1985). Los macrófagos contienen a su vez IgA, lisozima y lactoferrina. 
 La concentración de todos estos elementos es mayor en el calostro que en la leche 
madura, pero se compensa por el mayor volumen de leche, de manera que la cantidad total se 
mantiene relativamente constante durante toda la lactancia. 
Experiencias in vitro
 Se ha demostrado que la leche humana in vitro es activa contra muchos patógenos. 
 La IgA presenta in vitro: (May J.T 1988) 
 Actividad antibacteriana
 Contra: E. coli, C. tetani, C,diphteriae, K. pneumoniae, Salmonella (6 grupos), 
Shigella, Streptococcus, S. mutans, S. sanguis, S. salivarius, S. pneumoniae, H. influenzae y 
otros. 
 Actividad antiviral
 Contra: Poliovirus tipos 1, 2, 3, Coxsackie tipos A9, B3, B5, Ecovirus tipos 6, 9, 
rotavirus, citomegalovirus, reovirus tipo 3, virus rubeola, Herpes simplex, parotiditis, 
influenza, sincicial respiratorio y otros. 
 Actividad antiparasitaria
 Contra: G. lamblia, E. histolytica, S. mansoni, Cryptosporidium. 
 La IgM y la IgG in vitro actúan contra los lipopolisacáridos de V. cholerae, E. coli, 
virus rubeola, citomegalovirus, virus sincicial. 
 La IgA se mantiene estable a 56°C durante 30 minutos y se destruye por el hervor 
 La IgM se destruye a 62,5°C durante 30 minutos y la IgG disminuye a un tercio su 
actividad. Otros componentes de la leche que tienen un rol inmunológico
 Lactoferrina
 Compite por el hierro con microorganismos dependientes del hierro, especialmente E. 
Coli. Es resistente a la actividad proteolítica. 
 Lactoperoxidasa
 In vitro presenta actividad contra Streptococcus, Pseudomonas, E. coli, S. 
typhimurium. 
 Factor bífido
 Carbohidrato específico (que contiene nitrógeno), en presencia de lactosa promueve la 
colonización intestinal por el lactobacilo acidófilo. El bajo pH resultante en el lumen intestinal 
dificulta el desarrollo del Escherichia coli y hongos como Candida albicans. 
 Un pH bajo en el estómago puede ser de gran importancia para el prematuro y el 
recién nacido de bajo peso. Con la alimentación artificial, carente de estos factores específicos, 
se pueden desarrollar gérmenes patógenos en el estómago que contaminan los alimentos que 
llegan al intestino, aumentando el riesgo de enterocolitis necrotizante que rara vez ocurre en 
los niños amamantados. 
 Lípidos
 Los ácidos grasos insaturados y monoglicéridos: in vitro han demostrado actividad 
contra: S. aureus, virus Herpes simplex, Semliki Forest, influenza, dengue, virus Ross 
River, encefalitis japonesa B, virus Sindbis y West Nile, G. lamblia, E. histolytica, 
T.vaginalis (May, J.T. 1988) 
 Ciclo bronco-entero-mamario
 mecanismo de inmunidad que permite la producción de anticuerpos específicos, 
principalmente IgA. 
 Fragmentos virales
 Se ha encontrado fragmentos virales en la leche humana que no han podido ser 
replicados, pero se sabe que estimulan la respuesta de anticuerpos en los lactantes. 
Propiedad antialérgica de la leche materna
 La IgA del calostro y de la leche madura, recubre la mucosa intestinal y previene la 
absorción de macromoléculas extrañas cuando el sistema inmune del niño aún es inmaduro.  Las proteínas de la leche materna son específicas de la especie humana, por lo que los 
niños amamantados no desarrollan anticuerpos contra ellas.